Naturaleza que careces de inteligencia, a ti te hablo:
Rojo es el amanecer, del mismo color son las baldosas que piso. Como cada día;
Negro está hoy el cielo, nervioso como la espuma que corre colina abajo. Negras son mis manos que sufren —paralizadas— por no degustarte, libertad.
El azar llega, como las alas de Ícaro; buscándote entre la niebla perdida. Intento no parar pero el humo es demasiado espeso. Esta vez no hay cipreses, en su honor se llena el fondo de luces apagadas.
—¡Sal de ahí, quienquiera que seas!
[Habla la madera vieja, sin decir palabra].
A partir de hoy,
vuelvo a estar como ayer.
Muchas veces no la entendemos la vida pero hay que seguir viviendola, un saludo
ResponderEliminarNo es facil lo sé estar bien siempre
ResponderEliminarabrazos van