viernes, 30 de marzo de 2012

Lo que enseña la vida.

La vida me ha enseñado que para conseguir algo hay que luchar. No hay que rendirse y estar ahí hasta el final.

La vida me ha enseñado que existen cosas imposibles, que esas cosas son las que más quieres y se hará todo lo posible para que lo imposible sea posible.

La vida me ha enseñado que hay personas buenas y malas, personas que aman y destruyen, personas que hacen reír y llorar, personas verdaderas y falsas.

La vida me ha enseñado que estando triste no se consigue nada. Hay que sacar siempre una sonrisa de donde no la haya.

La vida me ha enseñado que el amor es traicionero. Un día crees que lo tienes todo, al día siguiente no tienes nada, el amor huye.

La vida me ha enseñado que lo más importante es querer y ser querido, vivir en paz y rodeado de las personas que te quieran.

La vida me ha enseñado que el tiempo todo lo cura y él pone a cada uno en su lugar. El tiempo siempre va hacia delante y nunca se atura por nada ni nadie.

La vida me ha enseñado que con trabajo y dedicación todo se consigue. Se puede tener más o menos suerte, pero trabajando todo se consigue.

La vida me ha enseñado que la espera es eterna. Hay veces que esa espera vale la pena, eres feliz. Otras veces, te arrepientes de haber esperado.

La vida me ha enseñado que nadie es el centro del universo. Todos somos una diminuta partícula de nada en el infinito.

La vida me ha enseñado que la perfección no existe, nadie es perfecto y es un error intentar ser perfecto. Para ser perfecto, hay que ser infinitamente infinito -y el infinito no existe-.

viernes, 23 de marzo de 2012

Mi mundo, nuestro mundo...

Mi mundo ideal, ese mundo no está aquí. Mi mundo está, quizás, detrás de mis sueños.


Donde nadie es igual y todo es diferente. Allí seguramente sea libre, la falsedad no existiría ni en el diccionario. Jamás nadie lloraría por amor, en todo caso, el amor lloraría por nosotros.
El mundo ideal que piensan los niños y niñas pequeños llenos de ideas inocentes, Que nadie es más que nadie. El mundo perfecto, en donde sería feliz cada amanecer, atardecer y anochecer.
No tendría que hacer exámenes, tampoco habrían enfermedades, nadie sería rico y nadie pobre. Estaría prohibido el odio, las guerras y sufrir por nadie ni nadie. ¿Para qué sufrir por nada?. Si nada importa y todo es importante.

Pero de qué sirve estar en ese mundo, si quien quiero que esté no estará... No vale la pena estar solo, sin ti y sin nada por lo que luchar. Porque lo que quiero, lucho por ello, pero se acaba yendo como el humo, sin dejar un triste rastro.

Sigo aquí, en este mundo, entre tantos errores. Siguiendo enfrentándome a todo, pero casi nada me importa. Quizás será una gran estupidez, pero volveré y volveré a intentar hacer las cosas -una y otra vez-, hasta que salgan mejor que ahora...

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