No pienso seguir una moda barata, tampoco pienso dejar de ser yo para hacer felices a los demás. Jamás renunciaré a mis sueños, no pienso vivir la vida como lo hacen los demás.
No voy a tatuarme la piel, ni hacerme dilataciones para complacer a los demás. Tampoco voy a fumar, ni hacerme foto mientras saco humo de colores por la boca.
No voy a comprarme un unicornio por mucha gente que lo quiera. No voy a pasear con unas RayBan por la calle, y los pantalones que me lleguen a las rodillas mientras enseño mis corazoncillos Calvin Klein.
No pienso escuchar Nirvana, ni voy a relacionarme con Justin Bieber. Tampoco voy a hacerme fotos con la cara pintada como si de un gato me tratase.
No voy a renunciar a la idea de Dios, para creer en el infinito. Ni voy a creer en el amor, porque quiero hacer vídeos románticos con una canción empalagosa de fondo.
No voy a llevar una gorra, ni pienso comprarme una guitarra eléctrica para tocarla cuando me encuentre melancólico.
Tampoco voy a hacerme piercings en la cara, ni en ningún otro sitio para seguir una ridícula moda. No pienso hacerme fotos delante del espejo, enseñando mis pezones y/o marcando paquete.
No voy a hacer nada de eso porque lo diga una moda. Una moda estúpida pensada para unir a las personas.
Si algún día llego a hacer algo de lo que ya he dicho, será porque quiera. Porque así lo decida yo, porque me guste a mí.
No necesito gustarle a nadie. Tampoco necesito entrar en el círculo de la sociedad.
Voy a ser yo hasta el final, lleno de rarezas y de marginaciones para no parecerme a nadie más. Voy a ser yo hasta el día que me muera.
Quien quiera, que me copie a mí.
