La tragedia del jinete de agua...

Sale el caballo entre la espesura del verde río, resoplando de tal forma que sacaría el alma por la boca. Sigue el camino con sus huesos de cristal y jaspe. Pero quien manda es el jinete:

— Vamos, Tembloroso,

que mi gitana está dormida

y su padre está esperando.

Llega, al fin, el jinete de agua con el jamelgo sobre sus hombros. Dejando una arrastrada huella en forma de arroyo desde más allá de la plantación de olivos. Golpea la puerta abierta:

— Abre la puerta y ventanas,

que quiero ver a mi gitana,

tan dormida como anoche.

Al apagarse la noche, sale la muerte de un tumultuoso silencio. Paseando lenta, rodeando la casa con ayuda de la luna (quien alumbra el camino). Acercándose al jinete, le habla:

— Huye, jinete, huye,

que la luna es traicionera

y sabe vengar bien.