domingo, 27 de enero de 2019

El día que un psicopompo me guió...

Mi historia no es mía, hasta que no abran la boca de tela.
¡Calla, qué empieza!

Mi amor nació una noche de luna llena, de la absoluta oscuridad, un sueño ciego cayó una luz tenue; creando un riachuelo. Al reflejarse en el agua, se abrió mi mente y erosionó en forma de dos montes nevados.

He aquí el meandro de la obra, dos bailarines: Ella de blanco y él de gris. Bailaron toda la noche, un irrepetible vals, bajo una nebulosa losa de cristal. Llegó entreacto con una paloma en escena, y se van entre bambalinas:

— ¿Quién eres?
— Nadie.
— ¿Qué eres?
— Quien te guía.

Y así empezó el tercer (y último acto): Sabiendo que el universo es censurable y triste.

Fin.

5 comentarios:

  1. Curioso y original relato.....bailar un vals toda la noche es algo fantástico.Saludos

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  2. Los sueños abren caminos y crean puentes hacia ese baile maravilloso de la vida y el amor…
    Me ha encantado, amigo. Muy bueno e inspirador.

    Abrazo grande, y feliz semana.

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  3. Para desencriptar esta conjunción bien hilvanada de teatro y conjetura. Un abrazo. Carlos

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