Al escuchar los gritos de su hermana:
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—¿Con qué soñaste esta noche, hermanilla? ¿Fue lo mismo que ayer? Estás sudando, pero no es por la fiebre ni por tu sangre escarchada.
Salió a la calle, para ver una Luna resplandeciente. El aire soplaba el rubor de sus piernas, descubiertos por su blanco vestido de seda. Volvió dentro, con la faca entornada:
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— Si tuviera valor silenciara ahora mismo tu dolor, te lo juro por Láquesis.
Perturbados por los gritos de aquella noche, no volvió a cantar los gitanos. Murieron todos con once heridas tan abiertas como se pudo.
Hierro en la fragua,
deshecho como un sueño.
Nunca es buena idea jurar por una Moira, nunca sale bien.
ResponderEliminarExtraño y original relato.Saludos
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