Aquella mañana, me despertó el humo
Déjame dormir, que el tiempo aún no ha vencido. No voy a despertar, que aún se afilan las navajas con ruido.
Que al amanecer yo ya me habré ido.
Cuando haya huido, arderá mi nombre
Los espejos, afilados como lanzas, reflejan los once esqueletos. Ya solo quedan los gatos pardos rondando tu calle.
Quiero agua, que hasta las pisadas abrasan.
Me quema la vida,
¡Cuánto quema la vida, cuánto quema!
Es muy cierto que en muchas ocasiones la vida quema pero también es cierto que hay días felices y muy refrescantes.Saludos
ResponderEliminarHola, que bello texto, me ha parecido muy profundo e inspirado. Un abrazo grande
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