¿Recordáis cuando hablábamos sin abrir la boca?
¡Oh! Diosa de la tristeza, tú que llorabas océanos por aquellos hijos que nunca nacieron. Tú, que ayer nos amamantaste con tus manos y nos acariciaste la piel con piel.
¿Recordáis cuando despegábamos del suelo sin mover las alas?
Que se me hundan los huesos con los tuyos, y calen los dientes entre tus labios. Se desvele la noche y se deshaga en once pedazos de piel; si es que me mueve la brizna.
¿Recordáis cuando juramos la eternidad sin creer?
No perdimos el tiempo jugando contra el tiempo ni perdimos el sentido de la muerte jugando contra la vida. Mis antepasados me preguntaron: cuántos días caben en un segundo.
¿Lo recordáis?
Porque yo no, yo sigo sin ser yo.
Trás un segundo nos puede llegar la eternidad. Un escrito muy curioso y sorprendente.Saludos
ResponderEliminarTaciturno pero bello. Suele coincidir.
ResponderEliminarMuchas cosas para recordar.
ResponderEliminarBuena semana.
Curiosas preguntas, profundas respuestas
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